jueves, 15 de septiembre de 2011

La balanza Montañesa


Es difícil saber cuándo una pieza es totalmente funcional y cuándo es parcialmente estética o adorno. Realmente en esta ocasión la pieza es funcional porque funciona pero no puedo negar que hay balanzas actuales de menor tamaño, más prácticas y digitales.

Tal vez sea el recuerdo de aquellas tiendas de barrio de la niñez allá por los años 80 cuando las prisas eran menores en la sociedad y la confianza con el tendero era recíproca. Ahora es difícil disfrutar de situaciones parecidas, no imposible. También recuerdo aquella tiendita de cómic de 13 Rue del Percebe que con toda clase de estratagemas se las arreglaba para tener un género cuando menos de calidad cuestionable.


La balanza reposa sobre una mesa tocinera que ya conoces y a la vez recibe un libro del siglo XIX titulado Benjamina escrito por P. Juan J. Franco. Siento no darte muchos más datos pero por el momento no lo he leído como para poder dar una opinión y aunque lo leyera me costaría dar una opinión por el respeto que pienso se le debe brindar a la obra expresada con sentimiento de cualquier persona. Decir si es recomendable o no puede ser un compromiso pero dar otro paso más hacia la crítica literaria ya no.


Las balanzas de antes eran tan precisas como las actuales digitales. En cambio la imagen de las balanzas actuales dejan que desear en comparación con las de antes. Las formas orgánicas ahora son un coste adicional para la producción así que nos quedan las básculas de antes si queremos disfrutar de un buen diseño y una longevidad por encima de pilas, baterías y suministros electrónicos.


La hélice que ves en la parte frontal sirve para ajustar las cifras enteras de kilogramos. Es decir si se desea pesar dos kilogramos se debe girar dos veces y no hace falta pesar a ojo porque la misma balanza te dice que está en el rango de los 2 a 3 kilos porque verás la aguja de medición pegada al final de su recorrido en la parte derecha donde en este ejemplo pondría 1.


Sobre la balanza unos pimientos italianos muy bien recogidos en la fuente de la desaparecida fábrica de loza de San Claudio en Oviedo. Ponlos ahora con berenjena, unas setas y un diente de ajo picadito y lávate las manos dos veces porque está para chuparse los dedos. También puedes hacer con todo ese revuelto una tortilla y disfrutar de lo lindo con ingredientes naturales. Aunque el pimiento necesite algo de sal, puedes poner un segundo diente de ajo y no echarás de menos la sal.



La balanza antigua que ves es muy pesada. No necesita de contrapesos, como en todas las que llevan un platillo y dispone de visor del peso a ambos lados, tanto para el cliente como para quien realmente pesa la pieza en cuestión.


Ya ves la marca Montaña de la Constructora Montañesa SA, y esta parte es la que ve directamente el cliente. Las nuevas generaciones tal vez las disfruten en la televisión pero para los que las pudimos ver en las tiendas es más fácil recordar aquellas pequeñas cositas que pasaban en la tienda de nuestros barrios.

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